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3 agosto 2009 1 03 /08 /agosto /2009 13:06

Individualmente considerada, la mediocridad podrá definirse como una esencia de características personales que permiten distinguir al individuo en su sociedad. Esta ofrece a todos un mismo Fardo de rutinas, prejuicios  y domesticidades; en los cuales se ocupan día tras día sin dejar rastros ni señales de éxito y triunfo personal.

 

Además, como señala Ribbot "Indiferentes" ha llamado a los que viven sin que se advierta su existencia. Cruzan el mundo a hurtadillas, temerosos de que alguien pueda reprocharles esa osadía de existir en vano, como contrabandistas de la vida. A estos, la dependencia de un estado paternalista, de un líder mesiánico y de normas impuestas les son casi indispensables para vivir.

 

No ha vivido más el que cuenta más años, sino el que ha sentido mejor un ideal: las canas denuncian la vejez, pero no dicen cuanta juventud la precedió. No hay edad para el éxito, la bonanza y el triunfo, el espíritu de hombre prevalece ante tales circunstancias, la actitud ante la vida es factor vital para logra metas concretas que satisfacen el espíritu humano.

 

Aunque los hombres sin rumbo claro, carecen de misión trascendental sobre la tierra y en cuya superficie viven, tan naturalmente como la rosa y el gusano, nuestra vida no es digna de ser vivida sino cuando la ennoblece algún ideal, lo trascendental, lo importante, es envolver nuestra existencia con pensamientos y afectos que enriquezcan nuestro actuar. La vida vale por el uso que de ella hacemos, por las obras que realizamos.

 

El poder que se maneja, los favores que se mendigan, el dinero que se amasa, las dignidades que se consiguen, tienen cierto valor efímero que puede satisfacer los apetitos del que no lleva en sí mismo, en sus virtudes intrínsecas, las fuerzas morales que embellecen y califican la vida a todo ser humano comprometidos con un ideal; diferentes en cada uno, adornan la policromía del hombre en todos los tiempos.

             

Vivir es aprender, para ignorar menos; es amar, para vincularnos a una parte mayor de la naturaleza y de los hombres; es un esfuerzo por mejorarse, un incesante afán de elevación hacia ideales definidos que a fin de cuenta constituirán en una sociedad democrática, las virtudes de un  hombre, una familia prospera y triunfadora ante las adversidades y las posibilidades en este tipo de ambiente.

 

Si observamos cualquier sociedad humana, el valor de sus componentes, resulta siempre relativo al conjunto: el hombre es un valor social. Cuando este así, se ocupe a través de su autocompromiso personal y luego familiar. Vemos que la relatividad de los compromisos en la sociedad, dispersos por ideologías banales y sin sentido, opacan la oportunidad que estos lideres personal emerjan con facilidad.


Cada individuo es el producto de dos factores: la herencia y la educación. La primera tiende a proveerle de los órganos y las funciones mentales que le transmiten las generaciones precedentes; la segunda es el resultado de las múltiples influencias del medio social en que el individuo está obligado a vivir.

 

 A ello, la acción educativa y formativa es, por consiguiente, una oportunidad de desarrollar  un ESTADO SOCIAL que ofrezca esas oportunidades necesarias. Donde el ciudadano, la familia y la sociedad tenga el escenario ideal para el desarrollo de ideales, éxitos y bonanzas que enriquezcan al venezolano de todo tipo y clase social.

 

Finalmente deseamos referirnos al molde social  en que accidentes políticos como el actual régimen  pasan por la vida de las naciones, estamos frente a un reto de explayar nuestras virtudes e ideales y confrontarlos con la miseria e intereses que rodean a todo político atrofiado por el poder. Tenemos el autocompromiso de vencer lo actual , rechazar lo pasado y enrumbarnos al Estado Social.

 

 

Adaptación José Ingenieros.

Realizado el 23 de Junio de 2.009
Venezuela Maracaibo.
JOSE ERNESTO PONS B
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