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21 septiembre 2012 5 21 /09 /septiembre /2012 08:00

 

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Antonio-Ecarri-Bolivar.jpgSoy admirador de Nelson Mandela y de la lucha por la erradicación del "apartheid" en Sudáfrica desde mis tiempos estudiantiles, cuando pegamos afiches, voceábamos consignas, realizábamos foros sobre el tema y concurrimos a eventos internacionales en solidaridad con los desplazados por ese régimen de terror y exclusión; el apartheid estuvo representado por una minoría étnica contra las mayorías en ese importante país del África profunda. Me han venido estos recuerdos, al leer la autobiografía de Nelson Mandela," un hombre que representa para millones de personas de todo el mundo el triunfo de la dignidad y la esperanza sobre la desesperación y el odio, de la autodisciplina y el amor sobre la persecución y la ignominia", tal como lo afirma su editor.

 

Pero también se me vino a la mente el empeño de este régimen por imponer un pensamiento único, segregando a millones de compatriotas que no consiguen trabajo, ni becas, ni ayuda oficial de algún tipo, a menos que sumisamente acepten ponerse una franela roja o presenten un carnet del partido gobernante.

El apartheid, tal como lo define Mandela, "era una palabra nueva, pero resumía una idea ya vieja. Significa literalmente "segregación", y representaba la codificación de un sistema opresivo de todas las leyes y normas que habían mantenido a los africanos en una posición de inferioridad respecto a los blancos durante siglos".

 

Durante muchos años el apartheid había funcionado de facto, pero llegó un momento en que se convirtió en una realidad de jure, porque se estableció a través de normas injustas y opresivas. Mandela nos confirma esa realidad cuando agrega: "La segregación había sido a menudo implantada sin orden ni concierto a lo largo de los anteriores trescientos años, luego se consolidó en un sistema monolítico que era diabólico en sus detalles, implacable en sus propósitos y despiadado en su poder".

Emparentar exactamente al proceso venezolano con el apartheid pudiera parecer exagerado, pero si leemos lo que dice Ana Julia Jatar, quien publicó un libro sobre ese tema, no lo parecerá tanto, pues allí afirma con certeza que: 

"La discriminación política también es una práctica generalizada en el país y me temo que seguirá siéndolo mientras Chávez sea el presidente de Venezuela, porque nuestro apartheid político está fundamentado en su discurso ideológico. No olvidemos que antes el 20 de febrero de 2003, mucho antes de que aparecieran las listas, dijo, al referirse a la oposición: "Nosotros tenemos moral, ellos no tienen moral; nosotros tenemos bandera, a ellos les queda grande la bandera, no tienen bandera; nosotros tenemos Patria, nosotros tenemos sueños, nosotros tenemos amor, ellos tienen odio. Dios anda con nosotros."; o cuando dijo que los que firmaran contra él estaban firmando contra "la patria" y "contra el futuro". El Presidente no sólo le ha arrancado la bandera, la patria y la moral a la oposición, sino que hasta invoca a Dios como aliado de su proyecto revolucionario"

Es inconcebible que una persona como Chávez, quien tuvo una infancia y adolescencia sin hambre ni miseria, pasó su juventud bajo la protección del Estado en la privilegiada Escuela Militar de Venezuela y que cuando estuvo preso fue indultado a los dos años, se haya convertido en un resentido social que odia a quien no piense como él; mientras Nelson Mandela, quien pasó hambre y miseria en su infancia y adolescencia, sufrió privaciones al punto de pasar años con un mismo traje de vestir- a pesar de ser un brillante abogado - y quien sufrió veintisiete años de cárcel, al salir de esa injusta prisión convocó a la unidad entre blancos, negros, indios, y toda una nación fue integrada para vivir en democracia, libertad, tolerancia y pluralismo bajo su inspiración y guía, sin odios ni resentimientos.

En el medio de la polémica entre demócratas y totalitarios, el respeto al decir y pensar diferente, como ideología de vida, en paz y armonía, le gana terreno a la cultura de la exclusión que es la del pensamiento único. ¿Cómo puede prevalecer éste contra la tolerancia y la pluralidad? Sólo por la fuerza de las bayonetas, en el estímulo de la lucha de clases, con odio, segregación y exterminio.

Venezuela saldrá dentro de pocos días de esta encrucijada porque la vida, la alegría y la tolerancia siempre le han ganado la pelea a la muerte, a la exclusión y a la tristeza. La diversidad mata al aburrido y atrasado pensamiento único, así como a la segregación y al apartheid de cualquier color. Mandela lo demostró y Capriles recoge lo mejor de ese pensamiento de integración, convivencia y paz. ¡Hay un camino.!

aecarribolivar@gmail.com

@aecarribolivar

 

Antonio Ecarri Bolívar

 Vicepresidente ACCION DEMOCRATICA, CARACAS VENEZUELA.

 

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