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1 junio 2009 1 01 /06 /junio /2009 18:17

No llores por mi Venezuela, ya que quien debe llorar por ti soy yo mi amada patria, mi mas hermosa republica, grande, hermosa, llena de bondades y mal gobernada por miserables administradores que confabulan contra tu bondad. Contra mi gente noble ingenua, con corazones gigantes,  llenos de amor y ternura. Agradecidos por los años de esperanzas materializadas en hechos: Libertad y riquezas.

 

Titiriteros de la muerte, confabulan con la orquesta del Estado para ir oprimiendo las posibilidades de paz y libertad de nuestros pueblos. Iniciaron estratégicamente con  los modos de producción, lo medios de comunicación, la justicia, la salud y la descentralización, esta ultima, dama que facilita la vida en los países que desean y logran prosperidad.

 

Se desangra la vida en el país de Bolívar, nuestros jóvenes de forma directa o indirecta llegan como ovejas al matadero todos los días y fines de semana. Con el rotulo de “ajustes de Cuenta”, Venezuela muestra la verdadera cara de la inoperancia política. Asesina a nuestros hijos, sobrinos e hijos y sobrinos de nuestros vecinos;  marcan nuestras páginas periodísticas con la justificación de un formato institucional que niega la real verdad. Nuestro País se DERRUMBA.

 

Observarlo desde lejos no es cosa fácil, verlo en nuestras calles es más difícil. Mis viajes de visita a mi hogar son realmente un duro golpe para mi corazón. Se desangra la esperanza del pueblo, su juventud se pierde en valores  falsos de una revolución irresponsable. Venezuela de desparrama en sus calles y barrios; en ella nuestra herencia se derrumba en la conspiración y la corrupción.

 

Festejos multiforme y unicolores se celebran en lo que hoy son fechas patrias, las mentiras se volvieron verdades y la historia la cambia un “tintorero” que pinta la tradición a su retorcida visión de ver su existir. La “Venecia” del ayer, no encuentra salida alguna; el asfixiante olor de la podredumbre que adorna las calles viste de rojo el incierto camino del cual un José Antonio Páez, un Mariscal Sucre o el mismo Francisco de Miranda verían con profunda decepción.

 

Los valores retorcidos de generaciones perdidas en el afán de lucro, no logran asidero moral, ni tampoco en la valentía del Chacaro las fuerzas para detener  lo que sucede en la tierra de Gallegos, Betancourt o de Andrés Eloy.  Es la cobranza de la chusma olvidada; es el pueblo que prefirió ahogarse en su propia frustración, logrando sustituir la sumisión por el odio, la pobreza por el hambre, la vida por la muerte.

 

Venezuela se desmorona; con agudo ardil esta siendo fulminada por fuerzas invasoras, acostumbradas a la muerte y el odio, por ciudadanos del caribe sin amor a la vida y al apego de tradiciones de alegría y de bailes fastuosos en parques, plazas y verbenas de felicidad. No lo entienden porque son un pueblo de cobardes, donde cambian tal cual mercenarios, el plato de comida por la orden del “amo asesino”.

 

La historia describe estos sucesos, con diferentes tintes, colores y personajes, es por ello que es tan fácil de comprender los pasos  del tartufo dentro del reino de ciegos que gobierna y dirige. Esto es verdad, como lo es también que cuando pasen esta tempestades mal olientes, La justicia llegara a la puerta de estos invasores de la Patria Soberana y de sus hijos que traicionaron en la complicidad y la concupiscencia del mal que sembraron. NO SE SALVARAN del justo castigo.

 

La lógica de la conducta social, retomara las mentes de los ciudadanos, comprenderán cual es el camino y obviaran al confundido, las guerras dicen que son las madres de los inventos, creo que a nuestra manera, volveremos con inteligencia al país que queremos, sin desear ni recordar los años de angustias que habremos vivido antes del fin de esta peste enfermiza que padece la Patria de Simón Bolívar.

 

A ustedes que leen esta explanada de sentimientos e impotencia, sabremos que la justicia llego de nuevo al país, cuando nosotros le logremos con nuestros ejemplos, brindárselas a nuestros hijos y vecinos. Cuando el afán no sea únicamente por el lucro, sino por impartir los valores morales en su justa dimensión. Cuando tengamos como decirle a nuestra herencia lo orgulloso que estamos de ella sin envidiar la de otros. En ese momento empezaremos a vencer el mal por el bien.


Elaborado por: José Ernesto Pons B.
Venezuela, 01 de Junio de 2.009
 

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