El blog de jose ernensto pons b

Venimos en una escalada terrible donde la inseguridad de la vida de nuestros hijos, sobrinos para algunos y hermanos y amigos para otros, es hoy por hoy una constante en nuestros periódicos, programas radiales y tv noticiosos de carácter local. Cuya trascendencia se mide por el número de muertos que albergan nuestras morgues semanalmente; dando así una resultante estadística muy dolorosa y negativa.

En nuestro diario acontecer, nuestros pueblos y subregiones donde es manejada la perspectiva de la formación y educación de nuestros varones, de forma diferente a las grandes urbes, no se logra entender que esta situación de inseguridad y de malestar social es generalizada, el país reboso en estos escenarios y se ha convertido en una maldición de ruleta rusa, para así entender que nos tocará de cerca o no, este fin de semana para alguno de los nuestros.

Pasamos las familias criando, enriqueciendo y afanados que estos logren el éxito en la vida. Nos esmeramos en cuidar los detalles que los rodean y darles en su momento las alegrías que se merecen y a veces las que no. En general, parimos jóvenes excelente y con el futuro asegurado por el respaldo ofrecido. La lucha por los antivalores es constante y darle el cuidado no deberá tener límites en estos tiempos de patria, socialismo y muerte.  

Sin pretender politizar un aspecto tan generador de dolor y llanto para muchos, vemos una grave descomposición social, que lleva un gatillo alegre, bebido y borracho a darle sentencia a jóvenes que de una u otra forma son los que son, muchachos alegres cuyos cuerpos les exigen momentos de alegría social; cuya etapa pasamos todos en esta sociedad que al final traducimos en recuerdos bonitos.

Por otro lado, el estándar se ubica entre 17 y 26 años. Nuestros periódicos no se cansan de promover esta información que le llamamos sucesos, gracias a estos entendemos la trayectoria que día a día se lleva a nuestros hijos, del regazo del hogar y de nuestras vidas. Entre sicariato, ajuste de cuenta, venganza, balas frías y fusilamiento por diversas razones hacen mella en la vida de nuestras familias y aparentemente al Estado Venezolano, sea que no le importa o sea parte de su estilo, no lo controla por ninguna de sus aristas. No hay garantías ni control social.

Preservar la vida de Nuestro Hijos Varones, es un esfuerzo para llamar la atención, no solo de establecer un cambio político que asegure, por lo menos la atención de esta situación, sino, un llamado a nuestro seno familiar a dedicarle atención al cuidado, control y formación en este “estado de guerra” nacional, en nuestros jóvenes. Sean del sexo que sean, otorgándole la debida atención a estos en los momentos que salen del umbral de nuestros hogares.

Este escrito, nace en honor de un joven de la localidad de Bachaquero, miembro de nuestra comunidad universitaria de la Col, cuya desaparición física no tienen parangón y cuyo impacto por sus atributos hacen que cualquier rodilla fuerte hinque; y las plegarias, en desahogo den una razón de resignación al dolor de todos.  William Reniel Flores de apenas 22 añitos, trucado por un incomprensible hecho que abate a los venezolanos y cuya generalidad, no es para esta comunidad una estadística más, sino, el más profundo pesar que compartimos sin duda alguna en todo el país. A su familia solidaridad y fortaleza ante esta adversidad en la vida. Al Estado, exigimos Justicia.